El Mercado de Los Mostenses es, junto con el Mercado de La Cebada, uno de los mercados de abastos más antiguos de Madrid. El edificio que alberga el mercado no es el original, se trata de una nueva construcción de 1946 situada en otro punto diferente al original, de 1875, y que fue derribado en 1925 por culpa de la construcción del tercer tramo de la Gran Vía. Aquel mercado era mucho más espectacular, dicen que lo hizo el arquitecto Mariano Calvo Pereira a imagen y semejanza del parisino Les Halles, una belleza. El caso es que por razones inexplicables entró dentro del proceso de reestructuración de la zona centro y desapareció, cuando se ha demostrado que no afectaba a las obras.


Dada su cercanía con la Estación del Norte, se convirtió en la lonja de pescado de la capital, trayendo el afamado besugo. Ya sabéis por otros post que el besugo triunfó en Madrid porque era un pescado que aguantaba bastante bien las grandes distancias, cuando lo traían los arrieros, era uno de los pocos pescados que aguantaban el viaje, junto con los salazones que poblaron la capital, de ahí que el bacalao sea el pescado rey de las tabernas madrileñas del s. XVIII y s. XIX.


Pero volviendo a nuestros días, el mercado pese a ser relativamente moderno es hoy por hoy un mercado con bastante solera, guardando todo el encanto de los mercados tradicionales de este país. Dicen que muy probablemente se remodele cuando haya recursos, de hecho ya había algún proyecto de remodelación en el cajón, pero está todo muy parado y así seguirá unos cuantos años. Ya veremos en qué acaba la cosa.


Durante estas últimas décadas y debido a la falta de clientela, muchos de sus puestos han sido abandonados por su propietarios nacionales, dando paso a una comunidad emergente, la asiática y latina. Actualmente el mercado cuenta con puestos de más de 10 nacionalidades diferentes y si lo recorréis detenidamente os podréis encontrar cosas bastante interesantes, como verduras frescas, legumbres autóctonas de muchos países, mucho producto foráneo, casquerías muy surtidas y pescados que jamás habréis visto.


También algunos bares interesantes pero que suelen estar concurridos y es difícil comer en ellos si no hay sillas libres, y eso que el día que estuvimos no había apenas gente y era temprano. Allí puedes degustar tanto cocina ecuatoriana como china, aunque también sigue existiendo cafetería madrileña, todos ellos a precios muy populares.


Y las zumerías siempre tan concurridas.


También mucho producto comercial foráneo mezclado con el de aquí.


Habría en total unas cuantas decenas de puestos (dicen que más de 90), divididos en 2 plantas y una entreplanta con algún puesto aislado. Las carnicerías y pescaderías en la parte de abajo y arriba principalmente las verdulerías y la mayor parte de las cafeterías y tiendas. En cada metro que se recorría se respiraba tradición y calidez, y el agradable trato de los tenderos de todos los puestos.


En cuanto a las verduras y frutas que uno puede encontrar, hay muchas y muy variadas, aunque tenemos que decir que esperábamos encontrar cosas algo más raras de encontrar que las vistas, es decir, más chiles o ajíes o incluso tomatillos verdes. No hubo manera, no hay puestos mexicanos como tal, sólo vimos algunos chiles habaneros y jalapeños frescos, y luego chiles rojos y verdes normales, vamos, lo que podemos encontrar por los mercados de nuestros barrios. Si esperáis encontrar algo más extraño, tipo chiles serranos, guajillos, rocoto o ají amarillo, nada, y hierbas frescas como epazote tampoco. Una pena.

En cuanto a los productos chinos, se podìan ver judías chinas, berenjenas chinas, calabacines chinos, gai lan (repollo chino), cebolleta china, rábano daikon, lemongrass fresco,  pack choi, brocoli chino etc. Aunque esta sección nos sorprendió menos después de haber conocido el gran supermercado Wenzhou.




En la caja el pepino estrellado Sin Qua y lo marrón con aspecto de pequeños cocos es eddo.


La verdad es que nos encantaba ver este género tan poco usual en los mercados, así tan recopilado, tan a mano...


Chiles, de lo poco que se veía en fresco.


Aquí ñame fresco, lo que más nos gustó encontrar....


En cuanto a las carnicerías nada destacable, alguna un tanto selecta con cortes españoles, y otras de precios muy económicos.


Las casquerías no podían faltar, aunque no vimos nada que destacara.


Y los colmados muy surtidos, y muy variados, como decíamos, mezclando producto local con foráneo.


No sacamos ninguna foto de las pescaderías con producto excéntrico porque no veíamos muy bien el género, estaban llenos de gente y hacerse un hueco para hacer una foto era cuanto menos complicado. No comimos tampoco nada en el mercado, así que cuando terminamos de comprar cogimos el coche y nos dirigimos hacia el barrio de Malasaña a probar los bocadillos de La Casa Tomada (C/San Lorenzo, 9).


El local es muy pequeño, moderno y acogedor, y el personal muy agradable.


La Casa Tomada nace en Venezuela de la mano de dos hermanos, José Miguel y José Antonio del Pozo, ilustrador el primero y cocinero el segundo. En ella logran unir en un mismo espacio sus grandes pasiones, arte y gastronomía. Suponemos que debido a la difícil situación en Venezuela trasladan la idea a Madrid, y desde hace unos cuantos meses podemos disfrutar de su buena oferta de bocadillos y platos en este curioso local.


Por si lo queréis saber el nombre del local viene de un relato fantástico llamado 'Casa Tomada' del conocido escritor argentino Julio Cortázar y que forma parte de un libro llamado Bestiario de 1951. No había mucha gente cuando entramos, pero al salir ya no había mesas libres. No bajamos a la parte de abajo pero al parecer tiene una sala de lectura y de desconexión donde uno puede tomar una cerveza y echar el rato, nos hubiera encantado verla.


En cuanto a la carta esta es sencilla y conforma una miscelánea de platos de aquí y de allí, En cuanto a las bebidas, trabajan con una selección de cervezas artesanas muy interesantes, aunque nosotros tomamos Cibeles rubia que es la que tiran de barril. Nos encanta.

Para comer, pedimos una de sus especialidades, los Chili Cheese Fries, un plato contundente pero que nos pareció muy rico y sabroso, con una base de patatas fritas y por encima salsa chili con jalapeños encurtidos, cilantro, huevo frito, cebolla morada y quesos, hasta al niño le gustó. Muy rico.


Luego pedimos un Hot dog 'Con Todo' un perrito relleno con topping de patatas paja, ensalada de repollo y zanahoria con cilantro, aguacate fresco, queso en polvo, cebolla y la salsa de ajo. Muy tierno y apetecible, pero falló la salchicha. Estaba fría, seguramente fue un descuido del momento, pero en nuestra modesta opinión deberían de revisar la finalización de la misma.


Sin embargo el bocata de Fat Roast Beef era una verdadera delicia, el pan muy rico y crujiente, un punto de la carne perfecto, de hecho lo hacen ellos, además bien caliente, con una cebolla caramelizada perfecta, queso cremoso, bacon extra crujiente. Merece la pena probarlo aunque ya os adelantamos que es XXL.


¡Mirad qué bocado!


Sinceramente les deseamos muchísima suerte, tienen mucho potencial y seguro que volveremos ¡arriba el bocata!

Cuando acabamos, nos dirigimos hacia el barrio de Chueca dando un paseo. Mientras haya estas temperaturas templadas Madrid es ideal para pasear a cualquier hora del día, lo malo los alérgicos como yo, pero bueno, que todos los problemas sean esos.


Tiendas interesantes que vimos, una nueva pastelería sin gluten Celicioso Gluten Free Bakery (C/Barquillo, 19), sinceramente, la pinta del mostrador y el local, nada tienen que envidiar a las mejores pastelerías de Madrid.


Una tienda de palomitas de varios tipos FOL Pop Corn Gourmet (C/Augusto Figueroa, 16), una franquicia a nivel europea de una idea de dos turineses. Sinceramente, en segmentar está el éxito, hay que estudiar un producto y explotarlo, un producto que guste claro, además la situación del sitio es muy buena, les deseamos mucha suerte.


También aprovechamos para ver en qué estado de forma seguía el Mercado de San Antón desde aquella visita que fuimos en el 2011. Pues oiga, fenomenal, todo sigue como estaba, mucha gente y los puestos de siempre con un gran nivel .


La charcutería y quesería es la locura...


La parte de arriba petadísima.


Una pescadería que nos chifla.



Todo sigue en su sitio.


La verdulería, quizás lo más flojo, pero no por ello malo.


Será por legumbres...


Ya de vuelta, aprovechamos para pasar por Mamá Framboise (C/Fernando VI, 23) a degustar dos recomendaciones de Enrique, de Código Foodie, la caracola (schnecken) y el pain au chocolat. Del primero no les quedaba nada, así que nuestro gozo en un pozo, probamos sólo el segundo.


También pasamos a conocer La Duquesita (C/Fernando VI, 2) tras su reapertura bajo la batuta de Oriol Balaguer, el pastelero de Ferrán Adriá.  Compramos una palmera de chocolate y sus famosos cruasanes que no conocíamos.


La verdad es que el local les ha quedado precioso... y los dulces mmmmhhh


Y ya en casa, catamos los dulces...


El pan con chocolate muy bueno. El hojaldre era la estrella y el chocolate luce un poco por su ausencia, desde luego los panes con chocolate que me trasladan a mi niñez, estaban repletos del mismo :).


En La Duquesita la palmera es tan noble, que se pierde el concepto. Como dice Lola, y es verdad, el sabor tan potente de la mantequilla del hojaldre anula al sabor del chocolate. Un hojaldre rico sin duda, pero duro como una roca. Buen dulce, pero no es nuestra palmera favorita.


Nos encantó el cruasán, normal que haya sido tan laureado y premiado. Perdonad por el corte pero como lo hicimos a la plancha el corte no fue transversal. Lo podéis ver aquí.


Salud.