¡Qué levante la mano quién tenga un amigo al que no le gusten las torrijas! Bueno de acuerdo, seguro que conocéis a alguien, incluso puede que a alguno de vosotros tampoco os gusten demasiado, pero decidnos, ¿no probaréis al menos una esta Semana Santa? Seguro que sí. Y es que esta tradición va siempre ligada a estas vacaciones tan entrañables que se aproximan, unas fechas que nos encantan por ser un tiempo en el que normalmente se descansa, se viaja, las familias se reúnen y algunos viven con auténtica Pasión. Además la gastronomía asociada a estas fiestas nos parece sencilla y llanamente exquisita, independientemente de creencias y costumbres religiosas, hay platos que son un fiel reflejo de nuestra variada y rica gastronomía.


Pero volviendo a las torrijas, que es lo que nos reúne, nosotros en casa las hacemos todos los años por estas fechas y esperamos con mucha ilusión su disfrute. Lola es la que se encarga de ello, y es que, además de hacerlas estupendamente, le pierden mucho más que a mí. Las de leche, miel y canela son las que más hacemos en casa, aunque a mí me gustan también las de vino blanco, que se han hecho en mi familia desde siempre. Me gustan quizás más éstas porque son menos dulces y porque, sin duda, tienen un matiz exquisito a vino que las hace muy diferentes. Después llegaron a casa las torrijas de almíbar, tras vérselas oficiar al chef Mario Sandoval y a su madre en un reportaje de la televisión regional de aquí. Son sin duda las torrijas más modestas que se puedan hacer en casa, y caray, están riquísimas. Ya tenemos otra preferencia más.


El objetivo de hoy es agrupar en este post las recetas de torrijas que hacemos en nuestra casa  y que ya hemos publicado, y además un pan, un pan de torrijas que hemos hecho varios años y que le da un plus a este dulce de Pascua. Comentar que al ser panes más densos hay que calarlos muy bien porque si no las torrijas saldrán secas por el centro y poco agradables. Nunca reconoceremos que salen mejor las torrijas con estos panes que con los normales, una buena torrija sale bien con una simple barra de pan, siempre y cuando se sepa hacer. Pero caray, si os animáis a probarlas con este tipo de panes no os vais a arrepentir, saber que esa torrija jugosa que os lleváis a la boca está hecha al 100% por nosotros, eso es algo realmente fascinante.

Pues vamos con estas tres recetas, esperamos sinceramente que os gusten.

1. Torrijas de leche, miel y canela. En mi familia siempre se han hecho torrijas de leche, pero no con miel y canela. Con canela las probé de la mano de Lola y la verdad es que son deliciosas, la casa huele a las mil maravillas y son muy golosas y gustosas. La preparación es la misma que las clásicas de leche, lo que pasa es que tanto el azúcar del rebozado final, como el almíbar que se hace con el sobrante, llevan estas especia tan arraigada en nuestra cultura. Siempre hacemos un par de bandejas cada Semana Santa y una de ellas nos la llevamos de vacaciones, así nos liberamos en nuestro destino de hacerlas. ¿Y cuándo nos gusta comerlas? Pues normalmente las comemos después de comer con el café o té, aunque nos gustaría comerlas a todas horas.


2. Torrijas de vino blanco. Como os hemos comentado son las tradicionales en mi familia, se hacen con un vino blanco sencillo, el que tengamos para cocinar, no hace falta hacer grandes inversiones como es lógico. Mi abuela ya las hacía y mi madre continuó con la tradición. Son muy populares en todo el país y, como también comentábamos, el sabor que a uno le queda en el paladar es muy especial. Tengo además muchos recuerdos de estas torrijas, sobre todo porque las relaciono con mis primeras Semanas Santas en mi Almuñécar del alma. Recuerdo aquellos potajes de vigilia que mi madre hacía el Viernes Santo con estas torrijas de vino de colofón. Recuerdo que nos juntábamos en la mesa un montón de comensales, incluso algunos amigos de mis padres, y era un auténtico lujo saborear estas preparaciones tan tradicionales en unas mini vacaciones que por aquel entonces eran increíbles.


3. Torrijas de almíbar o de 'agua'. Resulta llamativo lo de llamarlas 'de agua' pero es que en realidad lo son. Agua y azúcar, se entiende, y son el resultado de la imaginación del que no tenía nada con qué remojarlas, llegaron a las mesas de miles de familias a principios del s. XV. Recuerdo cuando las probamos aquella primera vez, hará ya unos años, y nos dijimos '¡caray, están de muerte!', qué sorpresa nos llevamos, uno no echa en falta ningún ingrediente más. La idea es que este año las repitamos junto con las de leche, miel y canela, la intención es que se queden en el recetario de casa para siempre en tributo a aquellos años en donde nuestros abuelos y bisabuelos no tenían muchas cosas que echarse a la boca, y pasaban una Pascua igual de felices o más que nosotros.


4. Pan de torrijas. Es un extra que recordamos para acometer estas elaboraciones en casa. Se trata de un pan sencillo que quisimos hacer en aquellos años de fiebre por el pan casero. Nos encantó el resultado, se trata de un pan con algo de grasa y huevo, muy a lo pan de molde, para así darle mayor estabilidad en el remojo y sabor por supuesto. Recuerdo que las primeras torrijas que hicimos con aquel pan quedaron espectaculares, luego las siguientes ya no causaron tanta sensación, lo que tiene la novedad. Pero no podemos añadir más a lo ya dicho, no estáis haciendo mal en hacer torrijas con pan comercial, para nada, hacerlas con este tipo de panes es simplemente rizar el rizo.


Salud y feliz martes.