Escapada a Burgos, norte de la provincia, tapeo y Las Huelgas (segunda parte)
Nada más llegar nos dirigimos al casco antiguo de este pueblo declarado Conjunto Histórico Artístico, y tras contemplar el pesado busto de Félix R. De la Fuente en la Plaza Mayor del pueblo, plaza con una tranquilidad y silencio absoluto, nos dirigimos hacia el balcón que se erigía sobre la muralla medieval del pueblo y que daba a unas vistas del valle desde bastante bonitas.
A continuación hicimos la intentona de subir hacia lo poco que queda del Castillo de Poza de la Sal, pero al final ahorramos fuerzas y no subimos hasta arriba del todo porque vimos por Internet que éste estaba en ruinas y no nos pareció una visita muy interesante (podéis verlo aquí en todo su esplendor).
De todas formas el pueblo tiene un bonito paseo por sus empedradas calles, las fachadas de piedras blasonadas y entramado de madera y los colores de algunas de ellas. Además, al no haber nadie por la calle, como bien podéis comprobar en las fotos, el paseo tenía aún más encanto si cabe.
Dejamos el pueblo y nos dirigimos a la localidad de Frías, ya sí en plena comarca de Las Merindades. A todo esto, y antes de abordar la localidad de Frías, desconocíamos que el pueblo tuviera unas importantes salinas que visitar, así que nos las perdimos, no obstante era una ruta a pie de 5 kms y no hubiéramos podido permitírnoslo, con todo lo que teníamos por ver y no os tenemos que recordar que en estas fechas anochece a las seis y poco de la tarde, no hubiera sido buena idea. ¿Sabíais que la palabra 'salario' viene del pago que se hacía antiguamente en sal, producto por aquel entonces muy codificado como conservante? Nosotros no lo sabíamos.
Nada más llegar a Frías optamos por recorrer el casco monumental del pueblo, y dejar las cascadas de Tobera, la Ermita de Nuestra Señora de la Hoz y el Puente Medieval para después. La población medieval de Frías situada en un cerro nos pareció una maravilla, con un paseo muy agradable hacia la parte superior del pueblo y en concreto hacia el Castillo de los Duques de Frías que preside imponente la localidad, y por supuesto sus Casas Colgadas.
El camino al Castillo es corto, pero antes de entrar se descubre una estancia amplia donde admirar las vistas del valle y la preciosa Iglesia de San Vicente, desde dónde uno se hace la idea de la posición estratégica del sitio. Posteriormente su famoso Castillo, hay que pagar un precio simbólico por entrar pero merece la pena subir y admirar aún mejor las vistas de toda la comarca desde su frío y airoso torreón.
A la bajada del mismo, nos dirigimos a ver las Casas Colgadas de la ladera de la Muela, imponen mucho más si son vistas desde lejos, pero sin duda esta estampa es un regalo para la vista.
Antes de marchar del pueblo tomamos algo calentito en un bar, y contemplamos la vidilla y tranquilidad de un sitio más vasco que castellano, de hecho las matriculas de los coches eran de Vitoria, y los bares tenían banderas del Atlhelic. Bajando hacia el coche vimos como llegó una furgoneta y paró en medio de la calle principal, de su maletero varios hombres sacaban un par de cestas con setas de varios tipos junto con algún que otro super boletus de unos 20 cm mas o menos. Sentimos no haberos hecho fotos, de todas formas se formó tal revuelo por allí que hubiera sido imposible haberlas tomado ni aunque quisiéramos.
Cogimos el coche y nos dirigimos a las pequeñas cascadas de Tobera y la Ermita que las recibe. Una vez allí nos encontramos un marco precioso, con la ermita dentro de una roca y sobre el arroyo Molinar, un pequeño río que une Frías a Tobera y que por el abrupto terreno forma cascadas muy pintorescas. Allí nos encontramos también con un muy bonito puente románico.
La ruta de las cascadas atraviesa el pueblo de Tobera y son unos 30 minutos de camino en forma circular. Por el mismo se pueden divisar varias cascadas, no muy grandes todo sea dicho, pero situadas en un enclave precioso que en esta época otoñal es muy recomendables de ver.
Dejamos Tobera y, de camino al restaurante donde íbamos a comer, paramos en el impresionante Puente Medieval de Frías cuya visita fue por nuestra parte un tanto relámpago, el aire tan frío que hacía nos invitaba a meternos rápido en el coche. No obstante estar allí un momento nos bastó para apreciar la importancia que tuvo esta vía de paso hace varios siglos, concretamente unía la Meseta con el Cantábrico y la torre que veis servía para controlar el paso de las mercancías y cobrar el impuesto local de paso. Debajo del puente, el mismo río Ebro.
Una vez terminamos de verlo, y con los mofletes y manos heladas, nos dirigimos a Oña parando en el restaurante-hostal José Luis en la localidad Trespaderne, sitio que nos recomendaron ya desde Madrid, y la verdad es que nos gustó bastante.
Nos atendieron bastante bien y bastante rápido, yo no dudé en pedirme el menú degustación de caza y setas que tenían en carta en esta época y del que ya os adelanto que acabé satisfecho, aunque os voy a decir una cosa, si volviera a ir a este mesón probablemente pidiera platos a la carta como hizo Lola, ya que probé todo lo que pidió y mi puntuación fue más positiva.
Empezamos por el vino, agua y un servicio del pan el cuál fue excelente.
Mi primer plato consistió en una Ensalada de perdiz escabechada con trompetas de la muerte y vinagreta de nuez. Estaba bien conjuntada, de sabor buena, pero la sirvieron helada. Pequeño fallo el de las temperaturas del menú.
Lola comenzó con su primer plato fuera del menú degustación, se trataba de una especialidad, una sopa de ajo al estilo de la abuela, con más matices a puchero de lo habitual, fondo de jamón e incluso diríamos que llevaba sofrito de tomate. La sopa estaba muy buena, muy espesita y no era pesada. Muy abundante, demasiado. Pedir siempre esta sopa para dos.
Mi segundo plato llegó al instante, se trataba de un rico Paté de jabalí con mermelada de rebozuelos. Realmente el paté tenía un sabor excepcional, quizás uno de los mejores patés que he probado en bastante tiempo, magro, muy poco pesado, con un color muy sugerente y muy rico de sabor. La compota rica, pero los frutos rojos estaban congelados. No me creo lo del 'contraste', esto último lo podían haber controlado también un poco.
Después llegó una Tosta de boletus con alioli de sojas la cuál estaba buenísima. Le acompañaba un curioso alioli de soja nada destacable, pero la tosta muy rica, calentita, con el sabor característico del boletus, un bocado muy rico y apetecible. Por hacerla perfecta, yo le hubiera puesto algo de proteína bajo el boletus.
A Lola le llegó su segundo plato, pidió un rodaballo a la plancha excepcional, fresco, jugoso, bien hecho, además de un ejemplar extraordinario digno de repetir. Vimos además en otras mesas a gente que se pidió otros pescados y carnes, qué buen aspecto tenía todo, parece mentira que en medio de esta comarca nos encontráramos un pequeño santuario de pescados y carnes rojas.
Como os podréis hacer a la idea, yo ya estaba empezando a estar lleno, ayudé a Lola con la sopa de ajo, y entre el pan y el hecho de comer tan pausadamente, se me quitó bastante el apetito. Pues bien, imaginar ahora que os traen este plato ¡wow! Huevo de corral, angulas de monte a la plancha y picadillo de venado. Siempre ¿apetece verdad?, pues estaba riquísimo, disfruté un montón mojando el pan en ese huevo y arrastrando el picadillo. Después de esto, ya sí que no podía más.
Este último plato del menú lo comí con mucha desgana, se trataba de una Chuleta de jabalí a la brasa con parmentier de hongos y arándanos. Quizás fuera esta desgana general la que hizo que no me gustara mucho, pero creo que el plato es mejorable, la chuleta era muy fibrosa y el parmentier no te descubría nada nuevo. Otra vez me sirven de guarnición los dichosos frutos congelados, yo lo revisaría.
De postre un mix colorista de bocados dulces, un Tatín de pera, una bola de helado de Idiazábal y sorbete de manzana verde. El tatín no me gustó demasiado aunque a Lola sí le hizo gracia, el helado de queso muy logrado y rico, recomendable, y el sorbete pese a tener un regusto un tanto artificial fue muy agradable.
Pedimos unas infusiones y dimos por finalizada la comida. Lola pidió sólo agua mineral y salimos a 30€ por barba (el menú degustación era 35€). Muy bien de precio. Creo que haciendo un balance general sobre la calidad y oferta del sitio, el sitio es sin duda muy recomendable.
Con el estómago lleno nos dirigimos hacia la localidad de Oña, localidad que pertenece a la comarca de la Bureba, la última de nuestro recorrido. Aunque eran sólo las 16:15 parecía que se iba ya a echar la noche encima, ¡no había tiempo!.
No teníamos ni idea de lo que nos íbamos a encontrar, tampoco teníamos muchas esperanzas en encontrar algo que nos sorprendiera. Sabíamos que era un pueblo pintoresco con una plaza consistorial bonita, rúas medievales, casas blasonadas, el monasterio y alguna iglesia importante, suficiente, pero no, nos equivocamos, no sólo era todo eso, es que un espontáneo nos recomendó que pasáramos a ver los jardines y estanques de truchas de los monjes del Monasterio de San Salvador y madre mía, qué preciosidad, no dejéis de verlo ahora en otoño, es algo espectacular!!.
Que sepáis que dentro del Monasterio se puede visitar el claustro y por muy poco dinero, la entrada a los jardines es gratuita.
El recinto exterior de este enclave era enorme, creo que nos dijeron que eran 400 hectáreas. Nada más entrar te vas adentrando entre las paredes de los recintos del entramado, pasando por un pequeño cementerio y luego llegando al final a un parque el cual nos sorprenden árboles, estructuras y estancias como estas.
La explosión otoñal era fantástica, la luz era especial, solo se oía el aire de las hojas, tranquilidad, silencio, y además nadie. Había que estar allí para verlo, fue impactante...
Aquí algunos pececillos que quedaban.
Nos quedamos un rato a admirar el entorno, y en cada rincón detalles de lo más pintorescos. La ruta podría prolongarse mucho más tiempo ya que el camino subía por unas colinas y era totalmente circular, no lo hicimos porque la noche se nos echaba encima, pero de haberlo sabido, hubiéramos llegado antes y la hubiéramos hecho.
De vuelta a Burgos descansamos un poco en el hotel, y sobre las 20:00 nos dirigimos a tapear por el centro, teníamos claro que queríamos ver un poco el ambiente del sábado en la capital, y comer algo ligero después de la comilona del al mediodía la cuál todavía digeríamos.
Ya en Madrid nos contaron que tres calles eran las más importantes para el tapeo o los pinchos, la calle San Lorenzo, la calle Avellanos y la de Sombrerería. Empezamos por beber algo en el Gaona. No nos lo recomendaron pero lo vimos llenos de pinchos y vinagres y decidimos entrar a tomar algo.
Yo hice mal, me tomé un Pincho de morcilla con tocino y huevo de codorniz y Lola un rollito de verduras con queso de cabra. Hice mal porque éste pincho o muy parecido lo tenían en todos lados, y anda que no había para elegir. Se veía bastante movimiento en la barra, pero el sitio os tenemos que decir que no nos encantó.
Llegamos dando un paseo a la calle San Lorenzo, aquí se ubicaban los famosos y tradicionales Bar Pancho y el Mesón los Herreros.
Ambos bares y la propia calle estaban a reventar de gente.
Aquí pedimos los emblemáticos cojonudos, que no es más que pincho de morcilla y huevo (cojonuda) y de huevo y chorizo (cojonudo). Veréis que entonces repetí de morcilla, un fallo, agradable, pero fallo.
La ensaladilla para nosotros es como imán, y siempre hacemos mal, porque nos llena y nunca nos descubre nada nuevo, no la pidáis aquí
Un pincho de ventresca con pepinillo. Bueno.
En el Mesón los Herreros, más de lo mismo. Cerveza que no falte.
Lola una super Croqueta de jamón, algo mediocre.
Y yo el famoso botón, que no era más que un super champiñón clásico al ajillo relleno de jamón y bacon, estaba bueno.
Fijaros como estaba todo al salir de estos sitios.
Si os somos francos ya estábamos llenos, pero hicimos hueco para las famosas bravas de Mesón Burgos mesón sito en la calle Sombrerería.
Las bravas excelentes.
Por último hicimos un esfuerzo y nos fuimos a La Cantina de Tenorio, en la calle Avellanos. Aquí finalizamos nuestra andadura de pinchos con una mini hamburguesa y un bocatín de tortilla que tenían muy buen aspecto. Todo rico, pero ya no podíamos más. Lola se pidió tortilla porque era lo único que le apetecía un poco más.
Nos dimos un ultimo paseo por la plaza Mayor y aledaños y a eso de media noche nos fuimos a dormir, estábamos literalmente reventados, llenísimos e inapetentes, pero había merecido la pena.
Al día siguiente nos levantamos un poco más tarde de lo esperado, desayunamos, facturamos en el hotel y nos fuimos andando hacia la Catedral. Lloviznaba y el mal tiempo barruntaba en la lejanía. Por delante teníamos la visita completa a la Catedral, el Monasterio de Las Huelgas y Lerma, aunque esta última localidad ya os adelantamos que no pudimos verla por la lluvia intensa que empezó a caer.
Los que no conozcáis la Catedral de Burgos, no sabéis lo que os estáis perdiendo, un edificio imponente y espectacular la cuál es fantástica tanto por fuera como por dentro. Una visita guiada con audioguía sin apenas gente te hace entender con tranquilidad una parte importante de la historia de la localidad, sin que sea necesario profundizar en cada detalle del interior. Veréis algunas impresionantes capillas, bóvedas espectaculares, retablos increíbles, el famoso Papamoscas, la tumba del Cid y Doña Jimena, y lo más impresionante de todo, la sillería del coro. Totalmente recomendable la visita para 7€ que cuesta, uno sale al extranjero y en ningún sitio te cobran esto por ver algo similar, y creo que hay que aprovechar esto, estamos hablando de nuestro patrimonio, de una de las catedrales góticas más impresionantes del mundo y declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
A la salida de la Catedral, tras casi dos horas de visita, nos dirigimos al centro a hacer unas compras por las tiendas de productos típicos. Compramos alubias de Ibeas, morcillas de arroz artesanales 'que llaman de autor' (impresionantes) y algo de miel.
La verdad es que quién regentaba la tienda en la que entramos a comprar todo era muy peculiar, una dependienta excesivamente amable y complaciente despachando, y con una 'amiga' paseando por la tienda diciendo, "¿oye qué buen precio tienen los bombones de higo?" "¿sabes que son sanísimos?" "¿y las setas secas que útiles son así verdad?" "¡qué buen precio tienen!" y ella contestando a todo. De verdad, no sabemos quién era esta espontánea, pero no podíamos aguantar la risa.
Después, un paseo diurno por lo más importante de la capital y nos fuimos camino a Las Huelgas, un monasterio de religiosas cistercienses conocido a nivel nacional como uno de los más importantes, que se encuentra en las afueras de la ciudad.
Allí no nos dejaron hacer fotografías, es curiosa la visita (previo pago), yo es la segunda vez que la hacía, y si os gusta la historia, es realmente apasionante. Fue fundado por el rey Alfonso VIII de Castilla y su mujer Leonor, con el fin de servir de Panteón Real así como lugar de retiro espiritual de las mujeres de la alta nobleza de la época, llegando a convertirse en una abadía donde, en contra de toda normativa existente en aquella época, las mujeres alcanzaron la misma autoridad que los hombres y con una gran jurisdicción sobre otros monasterios dependiendo sólo del Papa. Aquí se visitan varias estancias, sepulcros, habitaciones importantes, claustro de San Fernando, el famoso Pendón de las Navas y varios trajes, armas y alhajas recuperadas de las tumbas de este enorme monasterio.
La visita guiada duró más o menos una hora, y ya había hambre así que decidimos irnos a comer por la zona. Nos habían recomendado, también desde Madrid, distintos sitios para comer lechazo, Casa Ojeda en el centro, el restaurante Los Trillos por la zona de Las Huelgas, y si salíamos por la provincia Lerma, pero a éste último no nos daba tiempo a llegar. Optamos por el segundo, y no se equivocaron con el sitio, buena calidad, mucha tradición, casta y solera. Nos gustó.
Se notaba que hacía mal tiempo, era además pronto para ser domingo (las 14:00) y era uno de los fines de semana previos al pasado puente de la Constitución. No había apenas gente y claro, mejor para nosotros.
Para que no faltara pan en ningún momento, una torta gigante como de aceite que cuidado, estaba tan buena que casi nos la comimos entera.
Pedimos la comida y un vinillo sin muchas pretensiones, vimos que mucha gente lo pedía en los bares de Burgos, y no lo conocíamos y para su precio este Ribera del Duero daba la talla. Su nombre Prado Rey, un aprobado alto.
Pedimos una ensalada de lechuga romana y cebolla ya aliñada, históricamente mi favorita para comer con los asados. La ensalada era para una persona, y era un pequeño gran detalle en carta ya que para que traer más si sólo quiere un comensal.
La sopa castellana de la casa no tardó en llegar, y resultó estar impresionante. Totalmente recomendable con estos fríos, aunque como os podéis imaginar, muy abundante.
Y llego el lechazo, te lo enseñan y te lo trinchan. Con un excelente sabor y una jugosidad inmejorable, quedamos muy satisfechos. Aunque hubo un pequeño fallo, la persona que nos lo trinchó habrá servido miles de corderos, pero le dio la vuelta a la piel que con el jugo se reblandeció y no quedó sublime. Lo siento mucho, pero este pequeño detalle tiró al traste el 10 absoluto. Por favor, si vais pedirlo, no cuesta nada decírselo y os lo respetarán.
De postre, y ya bastante petadillos, pedimos un arroz con leche para los dos con el viejuno bote de canela para servirte a demanda. Aceptable.
Además del consejo de la piel del cordero, también os recomendamos pedir unas patatas fritas para acompañar, son caseras y las vimos en otras mesas con una pinta fantástica. El sitio realmente merece la pena, salimos a 28€ por persona.
Como os hemos comentado anteriormente, el viaje podría haber continuado visitando Lerma, de hecho si podéis hacerlo, la población pilla de camino a Madrid y parece ser que es un pueblo precioso. nosotros para lo visitaremos en otra ocasión. Las conclusión de esta escapada se resume en una frase, en que país tan fantástico vivimos, deberíamos sentirnos más orgulloso de lo nuestro, de nuestras tradiciones y de nuestro legado cultural y gastronómico.
Salud y feliz semana.
17 comentarios:
**** A T E N C I O N S I D E J A S U N C O M E N T A R I O ****
Muchas gracias por dejar un comentario. Puedes preguntar lo que desees y en el menor tiempo posible te daremos una respuesta.
Para evitar comentarios spam y de publicidad no consentida hemos activado un período de forma indefinida en el que los comentarios estarán pendientes de moderación.
Mercado Calabajío se reserva el derecho de publicación de comentarios que contengan nombres de comercios, tiendas, publicidad o cualquier sospecha de indexación en los buscadores. .
También puedes mandarnos un correo a por la sección de 'Contactar' del blog y te contestaremos lo más rápido posible.
También puedes contestar cada post desde las plataformas de facebook o twitter accediendo desde los iconos superiores del blog.
Toda la información referente al correo electrónico y nombre y apellidos del comentarista, está amparada por la Política de Privacidad de Blogger, propiedad de Google INC.
Perdonad las molestias.
De nuevo un millón de gracias. Que fotos y descripciones. Por favor seguid así.
ResponderEliminarMientras leía todo vuestro recorrido, iba pensando lo que has escrito al final. Cuanta historia y tradición hay en los pueblos de España y que poco que lo conocemos.
ResponderEliminarHe disfrutado mucho con tu relato y me ha impresionado la foto del castillo colgante.
Vaya fim de semana bien aprovechado.
Estoy de acuerdo en lo de la catedral de Burgos, es una verdadera maravilla. Impresiona y sobrecoge.
Lugares para mi conocidos y preciosos. Los pros de viajar en otoño son los bosques con los colores de esta época y la contra es que anochece tan pronto que como se alargue demasiado la sobremesa la tarde da muy poco margen para ver cosas. Es una pena lo de Lerma porque realmente tiene mucho encanto y un corderito riquísimo.
ResponderEliminarUn beso.
Flori.
Otoño en Burgos. Menudo sufrimiento acumulado que tuvisteis que traer de vuelta a Madrid... Madre mía!
ResponderEliminarDesde luego, una delicia total de viaje. Tomo buena nota!!
Un saludete!!
Mi esposa es soriana, y hace dos años hicimos un recorrido muy parecido al que narras aquí, por un momento creía que te ibas a ir de Burgos sin haber probado el lechal asado, ya veo que lo guardabas para el final.
ResponderEliminarA mi también me ha gustado mucho la reflexión final (el resto del post también, claro!) pero bien es cierto que tenemos muchos sitios cerca estupendos para visitar y disfrutar, y que al menos en mi caso, muchas veces desconozco su existencia. Por esos estos viajes me gustan tanto. Un saludo y gracias por esta ventanita abierta al mundo :)
ResponderEliminarОчень интересный пост,хорошо, что есть места которые можно посмотреть с огромным удовольствием. Фото прекрасные, особенно,там где природа, такое загадочное дерево,смотрел на него долго и с большим интересом. Спасибо за все!
ResponderEliminarспасибо!
EliminarCon que soltura la mujer que sirve los pinchos en Los Herreros grito "dos cojonudos". La verdad es que la primera vez da un poco de apuro pero luego...
ResponderEliminarViví mis primeros meses de casada en Burgos y no se me olvidará nunca. Las salinas de Poza y su judería son paseo obligado, es una pena que no fuerais. Las vistas desde el castillo grandiosas.
No sigo por que os escribiría todos mis recuerdos de aquellos meses.
Un viaje precioso.
Alicia.
Me encanta vuestra página. Llevo años siguiéndola. Y por ello estoy seguro de que sois españoles, porque después de ver que llamáis vascos a los de Frías y que decís que había coches con matricula de "Victoria" (que a saber dónde está eso) tuve mis dudas.
ResponderEliminarLos castellanos son castellanos, y se les nota enseguida. También es cierto que la mitad del país vasco está lleno de burgaleses y sorianos y que por eso se ven tántas matriculas de las distintas provincias vascas en todos los pueblos burgaleses, sobre todo los puentes que vuelven a casa. También es cierto que muchísimos vascos, a los que gusta el carácter castellano y sus paisajes y gastronomía se han hecho segunda casa en Burgos.
De todos modos, felicitaros por vuestras entradas: son lo mejor de la wwww española.
jejeje, corregido
EliminarQué fantástica escapada! Tengo pendiente volver a Burgos, pero bien. Estuve hace muchos años, en enero, con un frío de mil demonios, cuando me uní a un viajecito exprés con la familia de una amiga que quería visitar Atapuerca (muy interesante!). Y hace unos tres o cuatro, con mis padres y mi hermano pasamos una noche al volver de un viaje, pero llovía a mares y apenas vimos el centro, la catedral (maravillosa) y el Monasterio de Silos (me encantó).
ResponderEliminarMe queda visitar bien la ciudad y su gastronomía :). Esas fotos de las calles de tapeo me han recordado mucho a las rutas del tapeo en Murcia, qué buen ambiente!
Muchas gracias por compartie estos viajes tan geniales que os pegáis ;).
Esto es un reportaje y lo demás son tonterías...
ResponderEliminarZona maravillosa que conozco bien, durante años he pasado una parte del verano en un pueblito llamado Oteo, cerca, casi al lado de Medina de Pomar donde bajábamos a hacer la compra porque Oteo, por no tener no tenía ni panadería. Una joya en plena naturaleza.
Gracias por recordarme aquello años.
Casi, casi hemos hecho los mismos recorridos...
ResponderEliminarNosotros hemos desayunado torta de aceite todos los días o con mermelada de cerezas casera o con miel de Covarrubias (riquísimas ambas).
Una sugerencia, la próxima vez parad en Lerma y preguntad por "Casa Antón", no tiene nada más que lechazo o chuletillas. No pidáis variedad porque no la hay pero el lechazo es de lo mejorcito: suave y tierno, se deshace en tu boca. Y para rematar un cafetito en el Parador…
Maravillosos paisajes otoñales los que nos ofreces Carlos. Un viaje precioso sin duda, me quedo con esta segunda parte, aunque me fastidia que algunos restaurantes no cuiden algunos detalles, y se carguen una comida que a lo mejor hubiese sido perfecta si no fuese por esos frutos rojos tan repetitivos y helados, je,je.
ResponderEliminarEn cuanto al queso de cabra que nos ofreces hoy me parece excepcional, aunque me quedo con la segunda vesión, el de cerveza.
Un saludo.
Hola buenas ! Maravilloso reportaje . El norte de Burgos es una maravilla completamente desconocida en parte por la dejadez de las instituciones mas proximas. Un dato todos los burgaleses tenemos familia en euskadi y aunque no somos igules tampoco nos diferenciamos tanto. Es mas facil encontrar diferencias entre un burgales y un vallisoletano o lo mismo con un salmantino. Lo cierto es que somos limítrofes y tenemos buenas relaciones.comvivimos perfectamente nosotros iendo a hacer compras y ellos llenando nuestros pueblos en verano buena armonia y que sea siempre asi .... por cierto mas sitios de interes turistico ojo de guareña .espinosa de los monteros.pozos de petroleo de ls lora valle de sedano .orbaneja del castillo. Pozo de covanera .valdelateja .valle de mena .medina de pomar montorio valle de manzanedo y un infinito etc saludos
ResponderEliminarGracias!
Eliminar