Hola a todos, por aquí nos veis de nuevo explotando las opciones de restauración que hay por Leganés (Madrid). Después de visitar restaurante italiano llamado Mamma María y del que os hicimos un pequeños reportaje hace unos meses, ahora le toca el turno a otro italiano que dentro de esta localidad está dando mucho de qué hablar y que desde hace un tiempo ya nos llevaban diciendo nuestros amigos Antonio, Mónica y Ana que allí se servía una cocina italiana diferente. Pues hace unas semanas fuimos con ellos y otros amigos, y la experiencia nos encantó, aunque mejor juzgarlo vosotros mismos.


El Ristorante L'Acentto se encuentra en los soportales de la nueva Plaza mayor de Leganés (Plaza Mayor, 22), es un local que lleva pocos años funcionando y que llama la atención por lo pequeñísimo que es, creo que tirando por lo alto pueden comer como máximo 25 personas (advertiros que hay que reservar con cierta antelación, sobre todo si vais un grupo grande de gente). Nada más entrar, la decoración es sencilla aunque es acogedor y las mesas pese a lo pequeño que es el recinto son espaciosas. Creemos que todo el local lo llevan cuatro personas, en la cocina un tal Giuseppe, al que vimos salir al final de la comida, y 2 cocineras. Dentro de la sala además había 2 personas que atendían (un chico y una chica). 


Para que os hagáis una idea de las dimensiones del local, éstas son, detrás de la cámara estaba nuestra mesa para 8 personas y a la derecha de la que veis ocupada una más de 4.


Pues nada que objetar con el servicio, éste era rápido y estaban muy pendientes de todo, así que sin más, vamos con la comida. La carta me recordó un poco al famoso Trattoria DG de Madrid, pero sin tanto esnobismo con aquellas propuestas de caza. En el L'Accento nos volvieron a descubrir una cocina que desconocíamos por completo, y la verdad, nos sorprendió. Aquí mientras elegíamos lo que íbamos a comer y a beber, nos pusieron de aperitivo unas porciones de focaccia de tomate, mozzarella y champiñón.


En cuanto a la bebida pedimos todos vino, y decidimos probar vinos nuevos. La carta no era muy amplia pero tenía algunas referencias europeas. Empezamos con un vinito francés que lógicamente no conocíamos, un Châtteau Laffitte (médoc) 2005 que nos gustó menos de lo que quizás esperábamos, aunque no disgustó en absoluto. Tras él quisimos probar otros caldos.


El sector femenino pidió un blanco fresquito Finca Real 2009 (verdejo), y es que creemos recordar que era el único vino blanco que tenían español y resultó ser agradable al gusto.


Empezó a desfilar la comida, deciros antes de nada que los platos eran muy abundantes. Al centro trajeron primero un par de crespelle di gamberetti, unos ricos crêpes relleno de langostinos, calabacín y por encima una velouté creemos que de parmesano con nuez moscada. Estaba francamente bueno, nunca lo habíamos probado y nos gustó la idea. Con ese relleno y esa bechamel era un bocado muy agradable.


Acto seguido, y también al centro, un tortino di melanzane alla parmiggiana. Un rico timbal de berenjenas con una salsa de tomate. Todo muy bien presentado pero para mi gusto la salsa tenía un regusto un poco artificial, pero ojo, a los demás les encantó. De todas formas el bocado quedaba muy rico en conjunto y todo lo demás muy correcto. A estas alturas no os vamos a descubrir que la berenjena, el tomate y el queso casan a la perfección.


Luego al centro fue el turno de una Insalata di bresaola, una especie de cecina de ternera/buey que se servía aderezada con modena, aceite de oliva y estaba acompañada de encurtidos tales como alcachofas en conserva, tomate, aceitunas, alcaparras, hinojo (para mí sobra) y parmesano. Muy original, sin duda.


Los segundos platos no tardaron en venir, dos comensales pidieron los ravioli gigantes di pesce, que era una pasta rellena de mero, con una salsa con almejas, tomate, ajo y perejil. Realmente rico y original, si os gusta el pescado con la pasta, esta es una buena opción.


Un comensal pidió de segundo plato risotto scarpetta, un arroz cremoso con langostinos, calabacín, azafrán y queso parmesano. Lo probé y me gustó bastante su sabor y color. Quién lo pidió (Antonio) ya le habían dado una buena referencia.


Otro comensal pidió la Pizza Diavola con extra de cebolla, la pizza (no la probé) pero ésta llevaba salchichón picante, bacon, aceitunas, carne y mozarella. Dijo que estaba muy rica y desde luego el aspecto es de masa muy fina, y de bocado sensacional.


Otro comensal pidió unos panzerotti al formaggio e pera, una pasta fresca rellena de queso y pera, con una salsa fina de queso gorgonzola. Impresionante el sabor del plato, cien por cien recomendable y éste sí que probamos. No fue lógicamente el que nos pedimos nosotros pero fue creo yo el plato que más me gustó. Cremoso, sabroso, ¡wow! una maravilla.


Por ultimo una amiga nuestra se pidió un imponente Solomillo de ternera con setas boletus. Otro gran plato del menú, la salsa se podía elegir entre queso gorgonzola o con pimienta verde. Creo que esta es la mejor opción, menos pesada y a la vista sensacional.


Curiosamente no fotografié mi plato, se me olvidó completamente (cosas que pasan). El mío eran unos Tagliatelle ortolana al forno, un plato de pasta fresca muy rico, con abundantes verduras alrededor, huevo plancha en medio y queso de cabra. Ah, todo ello gratinado al horno. Me gustó mucho porque resultaba muy agradable la conjunción y pese a ser muy vegetal tenía mucho sabor.

Por último, os dejamos el gran vino de la cita, un vino que pedimos con los segundos platos y que se llamaba Tormaresca Neprica 2009 (negroamaro, primitivo y cabernet), un vino joven con un color rico y vivo, un leve sabor final a frutas y recuerdos a vainilla, muy goloso en boca con un trago suave (según mi pobre juicio) y taninos equilibrados. Ideal para estos platos por sus aromas, ligereza y buen sabor.


Por último los postres fueron los siguientes. Un hojaldre de manzana.


Un helado de vainilla con chocolate blanco.


Un helado cremoso de yogur y cerezas.


Y por último, destacando por su originalidad, el Gelatto affgato, un helado de café y zabaglione cubierto de chocolate fundido. Dijeron que estaba buenísimo, yo no lo probé


¿Quién se acordó del tiramisú?, nadie :). 

Acabamos la velada degustando café, infusiones y limoncellos invitados por la casa. Estos últimos estaban muy ricos, pero estaban calientes servidos con hielo (un pequeño fallo). Y bueno, contaros que resultó ser lo esperado, una reunión muy agradable llena de platos bien trabajados y muchos de ellos desconocidos, una cocina colorista, bien presentada y variada, y en lo referente al bolsillo muy bien de precio (33€ por persona). ¿Se puede pedir más?

Salud.