Y el calor que ha hecho... Bueno, hoy hemos comido en casa de mi madre para celebrar eso, el popular día de la madre. En un principio no queríamos ir allí a desparramar y hacerla trabajar, así que en un principio queríamos o irnos a comer con ella por ahí o llegar después por la tarde para irrumpir lo menos posible. Al final las circunstancias lo permitieron y mi madre nos convenció de que fuéramos a comer por su casa (sin insistirnos demasiado) y así degustáramos una vez más lo que humildemente celebramos en mi familia una vez al año, los famosos callos anuales (o callada).
Este año éramos menos comensales (cuatro), pero daba igual. El caso es que aunque le han salido muy sabrosos y muy buenos (todo de primera calidad), de nuevo no le han salido como antaño. Y ya sabemos seguro que la culpa la tiene su olla a presión que es una olla alemana moderna y carísima, que tiene la peculiaridad de que no produce vapor. Algo muy práctico en miles de platos de cuchara porque abres y sigue el líquido ahí, pero que con los callos hay que calibrar con cuidado porque sólo dejándolos cortos de caldo, es posible lograr la exuberancia de otras jornadas calliles de antaño.
Así que aunque mi madre ha echado menos agua que otros años (porque ya lo sospechaba), todavía no ha sido suficiente para dejar los callos espesitos, y con esa pastosidad tan exquisita que los caracteriza. Pero bueno, se comían muy bien, y nos hemos puesto las botas (unos más que otros).
Y es que aunque lo hayáis pensado no sirve de nada echar más harina, porque aunque creo que llevaba una cucharada más de la cuenta (y como apaño), no es conveniente embadurnarlo más de este mejunje porque sabría demasiado a este producto. Y si se dejara evaporar aún más él agua, tampoco, y ya lo había hecho más de la cuenta, no quedan igual. Es como si el caldo se cortara y ya no volviera a cuajar, eso se nota.
En fin, el caso es que me estoy arrepintiendo de todo lo quehe dicho. Hemos sido comensales dichosos por disfrutar otro año más de los mismos. Además hemos vuelto a vivir esta reunión tan especial junto a ella en un día, que a todo esto, se queda corto. Debería haber al menos uno al mes, porque estaréis de acuerdo conmigo en que no existe suficiente tributo para alguien tan especial como una madre.
Y encima voy, y le pongo peros. No puede ser, retiro todo lo dicho.
Mil gracias mamá.
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