Os voy a contar una de esas historias que seguro me mandas por ahí, otra cosa es que para mí ciertamente son interesantes, pero que reconozco que para una gran parte de racionales no lo es. Bueno al grano, el otro día íbamos tan campantes por Ikea, y yo no sé que tiene este sitio que cuando sales de comprar, tienes un hambre que da calambre.
Bueno, pues en el stand de comida rápida que hay justo a la salida, hay un pequeño supermercado del que algún día hablaremos de su salmón, pero que entre otras cosas venden por separado todo lo necesario para hacer esos perritos calientes tan pequeñitos, tan baratos con bebida gratis y que te saben tan buenos después de rallar la VISA.
Pues bien, echando un ojo a este pequeño apartado del supermercado mientras mi novia pagaba, encontré una mostaza con una pinta que no veas, es sueca y de formato super ‘guiri’ que finalmente no dudamos en comprar, primero porque recordábamos que estaba muy buena por llevarlo esos famosos perritos, y por otro lado, porque oiga, medio kilo a 1,50€, no hay duda que ¡está tirado!.
Hala, pues ayer la abrimos, y bualá, bestial… Son de estos productos de fondo de armario que comprados por motivaciones muy distintas a una compra de calidad, la motivación se la encuentras en la tosca relación cantidad / precio, y en este caso, se juntaban ambas cosas.
Os cuento como es, de textura le podría dar un 10, pero no, le voy a dar un 9,75 porque es casi perfecta, ideal para comida basura (hamburguesas, pollo, perritos, nachos, sándwiches…); de sabor le vamos a dar un 8, con ese toque picante final que difiere de sus primas las americanas que son para mí las perfectas (o a las que estoy acostumbrado) pero es que además se acerca a las variedades adijonadas (¡acabo de inventar un vocablo!) y algunas personas les gustará menos, a mí me encanta. Bueno, y por fin de color, es dónde para mí destaca más, no es un colorantazo acurcumado de esos abominable, si no que es un amarillo suave y tenue… es sencillamente perfecto.
En fin, os animo a que la probéis y os arriesguéis, no os puedo decir mucho sobre esta mostaza porque Internet con este producto me ha dado de lado. Por mucho que intento buscar información no me sale nada de nada, sí, me dice que la marca Druvan existe, pero no aparece exactamente este producto.
Bueno, hala, os dejo, que disfrutar pensando en la economía tiene su aquel, pero lo mejor es que cada uno se deje guiar por sus motivaciones. Ah!, se me olvidaba, posee sólo un conservante (E-211), a diferencia de las mostazas yankees que alardean y con razón de ser naturales. Se trata del benzoato sódico, pero es inocuo, aunque se extrae del tolueno que es algo químico, leo que se emplea para conservar mejor el sabor ácido de los alimentos, pero oye, nada más.
Carlos Dube.
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